lunes, 11 de marzo de 2013

Libertad de expresión

Libertad para todos

Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Voltaire.

Nunca antes habían existido tantas normas y derechos para defender al individuo como en la sociedad actual, pero paradójicamente, tampoco había existido mayores índices de violencia y de violación a los derechos fundamentales.

La libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948[1] y consiste en  que cada uno de nosotros, tenemos derecho a expresar nuestras opiniones, sin tener ningún tipo de represión, castigo o represalía por ello aunque estas expresiones no sean compartidas. Es uno de los derechos de los que más se habla pero que en muchos lugares de la tierra no es más que una utopía.


En el mundo todavía hay muchas personas que son perseguidas y encarceladas por ejercer este derecho. Según los datos de Amnistía Internacional, en 2012 se produjeron ataques contra la libertad de expresión en, al menos, 89 países. El problema radica en que sin libertad de expresión, sin la capacidad para hacerse oír, es muy difícil defender los demás derechos humanos. 

El estado debe de ser el garante del cumplimiento de este derecho pues si el hombre no puede expresarse, no puede reclamar sus derechos, pedir cambios o denunciar las injusticias, está condenado a la opresión ya que de esta depende la verdadera democracia. Lastimosamente los gobiernos actuales son grandes opresores de los individuos ya que no quiere que hayan cambios, y así poder imponer sus ideologías, callando las del pueblo.

Hoy en día, trabajar en los medios de comunicación en América es uno de los trabajos más riesgosos del mundo. Casi 400 trabajadores de medios de comunicación recibieron a lo largo del pasado año amenazas o sufrieron ataques, y al menos 13 periodistas murieron a manos de agresores no identificados. Más de la mitad de estas muertes se produjeron en México, seguido de Honduras, Colombia y Brasil.[2] En muchos casos las víctimas pudieron ser escogidas por intentar sacar a la luz la corrupción o las relaciones entre funcionarios y redes de delincuentes.

Otra importante discusión es sobre Internet y libertad de expresión. La tecnología ha marcado un antes y un después. Frank La Rue lo explicó perfectamente: el internet ha universalizado y ha descentralizado a los medios. Ahora es posible leer los periódicos de todos los lugares del mundo, en cualquier momento y en cualquier parte. Eso es lo que preocupa a muchos gobiernos, porque los descubre a escala mundial, casi al instante. Estos son los retos para la libre expresión que son fundamentales para la democracia. Al fin y al cabo estamos hablando de un derecho angular en la protección de los otros derechos humanos. Es tan simple como que sin libertad de expresión nadie podría denunciar violaciones a otros derechos. Ahí radica su importancia. Sostener que se trata de un derecho "anglosajón", al cual se le ha sobrevalorado, es simplemente obrar con cinismo o una enorme ignorancia. Lo cual es doblemente grave si se trata de un mandatario.[3]

Internet se usa cada día más para alzar la voz contra el poder y para ejercer presión por un mayor respeto a los derechos humanos. Hoy en muchos lugares del mundo se está peleando la batalla por el acceso y control de la información, mientras las redes sociales alimentan el activismo y la expresión de las opiniones que los gobiernos luchan por controlar. Sin embargo, las acciones de los gobiernos por controlar dicha información no están callando las nuevas voces. Puede que la represión aumente, pero parece que cada vez las personas tienen menos miedo a expresarse con libertad. 

Por otro lado, existe el problema de que muchas personas confunden dicho derecho con la oportunidad de insultar y amenazar, argumentando tener derecho a hacerlo. Ralf Dahrendorf, en su libro “The New Liberty” nos dice sobre esto: “Podría dedicar párrafos enteros a encontrar una explicación sociológica al fenómeno, a decir que estas manifestaciones son propias de los habitantes de un país que lleva sufriendo los estragos de la violencia ya varias décadas, que la situación interna nos ha llevado a reducir o prácticamente eliminar nuestros límites de tolerancia… En fin… Las explicaciones abundan, aunque las soluciones son pocas, pues nadie puede forzar a alguien a dejar de ser lo que es, sea un caballero o un patán”.[4]

Rousseau también se pronunció sobre el tema y dijo: “La convivencia social nos ha impuesto (en el sentido de poder coexistir) límites. Entre estos límites está el referido a las libertades: renuncio a mi libertad natural para adherirme a un contrato social donde se establezcan las normas de convivencia”.

La lucha por la libertad de expresión debe ser tarea y compromiso de todos, porque representa la manifestación de nuestro propio individualismo, de nuestra visión del mundo y de nuestra forma de pensar, de protestar y de decir lo que pensamos, sin perder de vista el respeto a la libertad de los demás también a expresar y manifestarse, aunque no estemos de acuerdo con su palabra, pues actuar así es respetar nuestra propia libertad de expresión.

Por: Juan Camilo Vélez Restrepo








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