Libertad para todos
“Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Voltaire.
Nunca
antes habían existido tantas normas y derechos para defender al individuo como
en la sociedad actual, pero paradójicamente, tampoco había existido mayores
índices de violencia y de violación a los derechos fundamentales.
La
libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho
humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948[1] y
consiste en que cada uno
de nosotros, tenemos derecho a expresar nuestras opiniones, sin tener ningún
tipo de represión, castigo o represalía por ello aunque estas expresiones no
sean compartidas. Es uno de los derechos de los que más se habla pero que en
muchos lugares de la tierra no es más que una utopía.
En
el mundo todavía hay muchas personas que son perseguidas y encarceladas por
ejercer este derecho. Según los datos de Amnistía Internacional, en 2012
se produjeron ataques contra la libertad de expresión en, al menos, 89 países. El
problema radica en que sin libertad de expresión, sin la capacidad para hacerse
oír, es muy difícil defender los demás derechos
humanos.
El
estado debe de ser el garante del cumplimiento de este derecho pues si el
hombre no puede expresarse, no puede reclamar sus derechos, pedir cambios o
denunciar las injusticias, está condenado a la opresión ya que de esta depende
la verdadera democracia. Lastimosamente los gobiernos actuales son grandes
opresores de los individuos ya que no quiere que hayan cambios, y así poder imponer
sus ideologías, callando las del pueblo.
Hoy en día, trabajar en los medios
de comunicación en América es uno de los trabajos más riesgosos del mundo. Casi
400 trabajadores de medios de comunicación recibieron a lo largo del pasado año
amenazas o sufrieron ataques, y al menos 13 periodistas murieron a manos
de agresores no identificados. Más de la mitad de estas muertes se produjeron
en México, seguido de Honduras, Colombia y Brasil.[2] En
muchos casos las víctimas pudieron ser escogidas por intentar sacar a la luz la
corrupción o las relaciones entre funcionarios y redes de delincuentes.
Otra
importante discusión es sobre Internet y libertad de expresión. La tecnología
ha marcado un antes y un después. Frank La Rue lo explicó perfectamente: el
internet ha universalizado y ha descentralizado a los medios. Ahora es posible
leer los periódicos de todos los lugares del mundo, en cualquier momento y en
cualquier parte. Eso es lo que preocupa a muchos gobiernos, porque los descubre
a escala mundial, casi al instante. Estos son los retos para la libre expresión
que son fundamentales para la democracia. Al fin y al cabo estamos hablando de
un derecho angular en la protección de los otros derechos humanos. Es tan
simple como que sin libertad de expresión nadie podría denunciar violaciones a
otros derechos. Ahí radica su importancia. Sostener que se trata de un derecho
"anglosajón", al cual se le ha sobrevalorado, es simplemente obrar
con cinismo o una enorme ignorancia. Lo cual es doblemente grave si se trata de
un mandatario.[3]
Internet se
usa cada día más para alzar la voz contra el poder y para ejercer presión por
un mayor respeto a los derechos humanos. Hoy en muchos lugares del mundo se está
peleando la batalla por el acceso y control de la información, mientras las
redes sociales alimentan el activismo y la expresión de las opiniones que los
gobiernos luchan por controlar. Sin embargo, las acciones de los gobiernos por
controlar dicha información no están callando las nuevas voces. Puede que la
represión aumente, pero parece que cada vez las personas tienen menos miedo a
expresarse con libertad.
Por otro lado, existe el problema de
que muchas personas confunden dicho derecho con la oportunidad de insultar y
amenazar, argumentando tener derecho a hacerlo. Ralf
Dahrendorf, en su libro “The New Liberty” nos dice sobre esto: “Podría dedicar párrafos enteros
a encontrar una explicación sociológica al fenómeno, a decir que estas manifestaciones
son propias de los habitantes de un país que lleva sufriendo los estragos de la
violencia ya varias décadas, que la situación interna nos ha llevado a reducir
o prácticamente eliminar nuestros límites de tolerancia… En fin… Las
explicaciones abundan, aunque las soluciones son pocas, pues nadie puede forzar
a alguien a dejar de ser lo que es, sea un caballero o un patán”.[4]
Rousseau también se pronunció sobre
el tema y dijo: “La convivencia social nos ha impuesto (en el sentido de poder
coexistir) límites. Entre estos límites está el referido
a las libertades: renuncio a mi libertad natural para adherirme a un contrato
social donde se establezcan las normas de convivencia”.
La
lucha por la libertad de expresión debe ser tarea y compromiso de todos, porque
representa la manifestación de nuestro propio individualismo, de nuestra visión
del mundo y de nuestra forma de pensar, de protestar y de decir lo que
pensamos, sin perder de vista el respeto a la libertad de los demás también a
expresar y manifestarse, aunque no estemos de acuerdo con su palabra, pues
actuar así es respetar nuestra propia libertad de expresión.
Por: Juan Camilo Vélez Restrepo
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